sábado, 19 de enero de 2013

Desayunos literarios



Inauguro el año con el propósito de retomar mi blog, que se perdió en 2012 entre tardes de papillas y risas de bebe. Si la responsabilidad de ser madre me deja un hueco intentaré seguir con la rutina de actualizarlo.

El rey Melchor, conocedor de mi gusto por escribir, me regaló una entrada para acudir a Los Desayunos Literarios que tienen lugar en el teatro Calderón y que acogen personalidades tan enriquecedoras como Fernando Savater, Elvira Lindo, Antonio Muñoz Molina o Almudena Grandes, entre otros. 

Mi desayuno especial era con Rosa Montero y el encuentro ha sido toda una lección de buen rollo y positividad en toda regla. 

Su presentador, el productor del teatro Luis Álvarez, encendió la mecha hablándonos de que los escritores son el ejemplo tangible de alguien que vive acorde a sus pasiones. Dedicarse a algo que a uno le gusta, parte por desarrollar elementos que son básicos: dejar fluir el DESEO en nosotros, una vez definido debemos darle el valor suficiente para transformarlo en DECISIÓN de ponerlo en marcha, esta decisión que se convierta en DISCIPLINA y por último en la DETERMINACIÓN de ser constantes y transformarlo en un hábito que será lo que nos lleve a consagrar nuestro objetivo. Según sus palabras “todos nacemos con la llave de nuestro éxito. Sólo hay que encontrar la puerta”.  Y yo añado que muchos sabemos dónde puede estar pero nos da terror abrirla. Algo semejante a saltar al vacío. 

Y precisamente de miedo, pasión,  éxito, identidad, e implicación social fue de lo que nos habló, entre otras cosas, Rosa Montero en una clase magistral de humildad y de persona con los pies en la tierra y fuerte conexión emocional.





Rosa, desmontó el éxito de un plumazo cuando le preguntaron por el suyo propio: “El éxito no existe. Es una cualidad que está en los ojos de los demás. Ellos te lo dan hoy, y te lo quitan mañana. No es algo que debamos buscar. Nuestra búsqueda la debemos enfocar en alcanzar la felicidad y para ello hay que ser coherente con nuestros actos y pensamientos, porque muchas veces no hacemos lo que queremos hacer. Hay que aspirar a vivir. Lo otro es salir en programas como Sálvame”. Esto está muy enraizado con la pasión. “hacer lo que uno quiere y rodeado de las personas que uno quiere en vez de buscar a toda costa el reconocimiento de un público anónimo. Si persigues lo que te gusta, te esfuerzas y trabajas en ello puedes llegar a ser competitivo y el reconocimiento social o laboral vendrá solo. Y los premios no son sino el consuelo del escritor ante sus propias inseguridades. El escritor, actor u otras muchas profesiones liberales, se mueven entre crisis de creatividad, y viven en una bruma de inseguridad, una herida en carne viva y los galardones sirven como bálsamo curativo aunque no dejan de ser arbitrarios”. 

Habló también del miedo y de las crisis de angustia por la que ha atravesado, que la han servido para “conectar con el lado salvaje de la vida”. Y dio una clave: hay que aprender a convivir con el miedo, acostumbrarse a él, escucharle para saber qué nos quiere decir. No es cuestión de enfrentarse al miedo y luchar suplicando : ¡por dios que se vaya!, sino más bien caminar a su lado para conocerle, porque de su conocimiento extraemos el conocimiento sobre nosotros mismos, lo que ayuda a hacernos más fuertes y paradójicamente los miedos irán siendo cada vez más pequeños.  

Habló de las sombras alargadas  de nuestros padres, hermanos o amigos y que se proyectan en nosotros mismos en forma de deseos ajenos, intentando que seamos algo que no nos pertenece. De aquí tenemos que sacar otro gran aprendizaje. ¡Cómo nos relacionamos con las expectativas que los demás tienen de nosotros! ¿Somos capaces de relativizarlos o  anulan la búsqueda de nuestro propio deseo? 

Habló de lo que somos: “nuestros recuerdos son una construcción imaginaria, cada uno reinventa su pasado. Y si reinventamos nuestra memoria, reinventaremos nuestra identidad”. Y  que equivocarnos es inherente al ser humano. Cada uno tiene que elegir dónde quiere estar: ser de los que se equivocan por acción,  o ser de los que se equivocan por omisión, por pasividad, por miedo a no hacer nada. Ella se identifica de los activos a muerte. 

Y habló, por último,  de que para salir de la crisis todos tenemos que asumir nuestra cuota de responsabilidad social. Aprender lo positivo de otras culturas como la estadounidense, donde cada uno crece sabiendo que  tiene una deuda social que tienen que devolver. No se puede dejar todo en manos de políticos que están perdidos. Seguro que hay algo que podemos aportar  a nuestros semejantes, porque puede que sea mañana nosotros quién lo necesitemos. Y dio muestras con el ejemplo de su reciente campaña estas navidades no sin juguetes donde puso en contacto a la gente que donaba sus juguetes con los niños que no podían disfrutar de reyes magos tan generosos como el mío. 

Han sido dos horas de Rosa Montero donde de sus palabras nos hemos llevado la sabiduría del que sabe aprender de sus errores, vivir acorde a sus principios y hacer de la pasión un modo de vida, que se asemeja mucho a la tan anhelada felicidad que todos buscamos.

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